Ad astram per asperam...

Hoy día de Santiago, nos acordamos de los cientos de miles de peregrinos que van cada año hasta Santiago. Hoy les imitaremos y, sí, nos aventuraremos a ponernos en camino…

Los mayores han pasado la noche en el pórtico de la iglesia de Aloños. El fresco se ha combatido con alguna que otra manta.



Y después de lavarse la cara ya están en camino hacia el parque del Cajigal, junto a Tezanos. Los pequeños han dejado la casa lista para pasar la noche fuera. Por los caminos que alternan sol y sombra avanzan hasta encontrarse con los mayores.



 Cuando estamos todos reunidos se oye de nuevo la corneta del druida. Esta vez es el druida con casco de cepillo de escoba el que nos retrae a la época del Imperio. “Ad astra per asperam…”, nos repite en latín. Nuestros historiadores nos dicen que eso significa que para llegar a las estrellas hay que caminar y pasar por momentos duros y ásperos.




Así es que después de comer una riquísima ensalada nos ponemos de nuevo en marcha.



Llegamos a Selaya. Allí nos alojaremos en el polideportivo del Colegio Ntra. Sra. de Valvanuz, que tan generosamente nos prestan las Hermanas religiosas.

Un lugar en el que, después del cansancio, tenemos tiempo para reparar fuerzas, preparar y participar en la Eucaristía del día de Santiago, cenar una riquísima hamburguesa y… terminar de preparar el torneo de Quidditch que dirigió el Gran Maestro Alus Canali. Los cantos de ánimo y las luces de las linternas rompieron la oscuridad donde cuatro escuelas de magia competían para hacerse con el trofeo de ser los mejores hechiceros.















Se nos hacía tarde y estábamos cansados… Era la hora de meternos en el saco y dormir (aunque fuera sobre el suelo) a pierna suelta hasta la mañana siguiente. Y es que el cansancio empieza a acumularse. ZZZZZZZZ.

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